
Mira, si hay algo que me flipa de habitantes de Esparta es que no se andaban con tonterías.
Nada de “ay, es que no siento la inspiración” o “tengo que mejorar mi productividad”.
No.
Esta gente se levantaba cada día, se miraba al espejo —o al charco, que no tenían Instagram— y se decía:
“Hoy toca ser una persona realmente disciplinada, y punto”.
Y lo eran.
Sin excusas, sin dramas.
Autodisciplina espartana es eso: control brutal en su persona, resistencia a las tentaciones y un foco que te hace parecer un robot con greñas.
Pero, ¿sabes qué?
Tú también puedes tenerla.
Y no hace falta que te vayas a vivir a una cueva ni que te pongas a hacer flexiones con una lanza en la espalda.
La clave está en tu cabeza, en esa charla mental que te montas cada día.
Ese bla, bla, bla o ble, ble, ble, que no te deja descansar noche y día.
Y sí, aquí entra el auto diálogo científico, que es como el gimnasio para tu mente, pero sin sudar ni sufrir.
¿Qué narices es eso de la autodisciplina «espartana»?
Imagínate a cualquier habitante de Esparta.
No al de la peli con abdominales de acero, o a la de la melena voluptuosa, sino a la real: un tipo o tipa, que vivía para el deber, la fuerza y la simplicidad.
Nada de Netflix ni pizzas a domicilio.
Su vida era un entrenamiento constante, físico y mental, porque sabían que si flojeaban, se les comían a cachos.
Eso es autodisciplina espartana: ponerte reglas claras, seguirlas como si te fuera la vida en ello y no lloriquear cuando las cosas se ponían feas.
Era un hábito tan clavado en su mentalidad que ni lo cuestionaban.
Pero aquí viene el truco: no eran personas sobre humanas.
Eran personas como tú y como yo, solo que habían aprendido a dominar su diálogo interno.
Y eso, es lo que marca la diferencia entre quien cumple y quien se queda en el sofá mirando reels.
El problema: todos te dicen qué hacer, pero nadie cómo ser
¿Cuántas veces has leído que “tienes que ser constante” o “debes entrenar la fuerza de voluntad”?
Seguro que muchas.
El rollo es que nadie te explica cómo demonios se hace eso sin que te dé un ataque de ansiedad o acabes con un helado en la mano preguntándote por qué la vida es tan dura.
Te venden la meta, pero no el mapa.
Te venden el qué, pero no el cómo.
Y ahí es donde la cosa se tuerce, porque cambiar tu mentalidad no es complicado… si sabes cómo.
Yo lo descubrí a hostias, literal y figurado.
Hace unos años, con más canas que seguidores y un cáncer de colon encima, los médicos me miraban como si fuera un caso perdido.
“Esto no pinta bien”, me dijeron.
Tan mal pintaba que, después de una colonoscopia, en tan solo una semana estaba encima de la mesa de operaciones.
«No te extrañe que te llamen del Hospital de Murcia en estos días», me dijeron… (yo vivía en un pueblecito y me operaron en otro Hospital que no disponía de Unidad Oncológica).
Pero yo, que llevaba más de 30 años dándole al coco con libros, cursos y viajes por medio mundo, un día, sin «quererlo» hice un click.
Verás, dejé de fumar tras 32 años enganchada al puñetero cigarro, y utilicé el mismo sistema… fue algo inconsciente pero en mi fuero interno, repliqué lo mismo pero mejorado y contra todo pronóstico, mandé el cáncer a paseo.
¿Milagro?
No.
Auto diálogo científico y técnicas mentales.
Y ojo, mucho, pero mucho NIVELAZO del personal médico en España y del sistema sanitario español.
Hago paréntesis en el relato:
Oyes a una parte del mundo que te dice: Hay que escoger la ciencia, solo la ciencia te salva. Y oyes a la otra parte del mundo que te dice: Hay que escoger opciones naturales, que las farmacéuticas que están detrás de la ciencia te matan…
Yo escucho siempre todas las partes, en todo, quiero tener una visión global y sin sesgos, pero tengo como norma, tomar mis propias decisiones.
¿Y pensé, por qué no usar ambas cosas?
¿Por qué he de excluir una u otra si puedo aunar ambas para curarme?
Y eso hice.
Sólo se lo he contado a dos personas en un día que fui a una reunión para recaudar fondos contra el cáncer.
No me volvieron ha hablar. Me tomaron por loca.
Verás, en España hay un sistema sanitario DE LA HOSTIA (no suelo decir palabrotas pero aquí se lo merece) y siempre creí que la mente cambia las cosas. No sabía utilizarla sistemáticamente, pero en más de una ocasión me sacó de más una…
Y en esta ocasión utilicé la visualización con unas técnicas que aprendí de varios de miles de libros que he leído.
Por último, decir que, analizaron 21 ganglios en la biopsia después de operarme de un tumor de más de 4 cm que obstruía casi totalmente el colon, y salieron totalmente limpios.
No había metástasis.
No había que hacer ni quimio ni radio ni leches.
La doctora me dijo: Es como si te hubiera tocado la lotería….
Insisto, las personas especialistas en medicina, ya me remitían a oncología.
Y no sucedió eso.
Sucedió un «milagro».
Solo dime tú ahora… porqué tengo que utilizar solo la ciencia médica o solo las terapias naturales o alternativas?
¿Porqué?
¿Porqué no puedo usar las dos?
Bueno, a lo que íbamos, continuamos relato:
El auto diálogo científico (un diálogo interno hecho deliberadamente) es una forma de hablarte a ti que no solo te motiva y cambia tu estado de ánimo, sino que reprograma tus creencias como si fueras un ordenador viejo al que le instalas un software nuevo.
La ciencia detrás del autodiálogo: tu mente no es tan lista como crees
Aquí va una verdad incómoda: tu cerebro es un vago.
Si no le das caña, se queda en modo piloto automático, repitiendo las mismas historias de siempre:
“No puedo”,
“Es demasiado difícil”,
“Mañana lo intento”
«No me da la vida».
Eso no es casualidad, es biología.
Tus creencias son como surcos en la tierra; cuanto más pasas por ellos, más profundos se hacen.
Las personas de Esparta lo tenían claro: si querían ser fuertes, tenían que moldear su charla mental desde bebés.
Y a día de hoy, con toda la ciencia y tecnología que tenemos a nuestro alcance, podemos hacerlo aún mejor.
El autodiálogo científico no es magia ni un discurso de autoayuda con musiquita de fondo. Es un método sistemático para reescribir esos surcos y crear unos nuevos.
Es como hacerte un traje a medida.
Funciona porque las palabras que te dices no son solo ruido; son órdenes que tu cerebro obedece.
Si te repites “Soy una persona disciplinada” con intención y estrategia, tu mente empieza a creérselo.
Si, te mientes. (también lo haces ahora).
Pero ya sabes, una mentira repetida mil veces….
Lo vemos actualmente con el gobierno por ejemplo, que preparan un relato y «cala» en la gente. Da igual de qué país seas, lo hacen en todos los sitios del planeta.
Y cuando se lo cree la mente, actúa en consecuencia.
Fácil, ¿no?
Claro, si sabes cómo hacerlo bien. Porque si lo haces mal, te quedas como esos que escriben afirmaciones en un cuaderno o esperan en el sofá a que el universo les llame y luego se preguntan por qué siguen procrastinando.
Estos auto diálogos que te comento tienen una estructura concreta, que no me pondré aquí con tecnicismos, pero ya te digo de antemano, que no te sirve cualquier auto diálogo.
Sino, estaría todo el planeta ya con disciplina con la inundación de vídeos que hay en youtube.
Por qué el autodiálogo es la llave de la autodisciplina espartana
La ciudadanía de Esparta no tenían «coaches» ni «apps«de productividad, pero sí tenían una cosa: un diálogo interno afilado como sus lanzas.
No se permitían dudar.
Y tú, que probablemente tengas más distracciones en un día que ellos en toda su vida, necesitas algo igual de potente y afilado para matar a tus pensamientos procrastinadores.
El auto diálogo científico te da eso: una herramienta para callar las excusas, reforzar tu persuasión interna y ponerte en marcha.
Esto elimina la fricción y lo convierte en «fácil».
Piénsalo.
¿Qué te frena?
Esa vocecita que dice “Es que siento cansancio” o “Total, por un día no pasa nada”.
Con el autodiálogo bien trabajado, esa voz se convierte en tu aliada.
En vez de sabotearte, te empuja.
Y no es un cambio que lleva años ni sufrimiento eterno. Es rápido, práctico y, si me apuras, hasta divertido.
Yo ya no sufro, ¿y tú?
Mi prueba en vivo: de la salud al dinero
Después de usar este método para salir de un cáncer que hasta el equipo médico flipó, ahora lo estoy llevando al siguiente nivel.
Voy a documentarlo todo en redes: cómo he pasado de cobrar de asuntos sociales a generar dinero con esta misma mentalidad.
He decidido convertirme en millonaria en directo y en tiempo real.
Porque si funcionó con mi salud, con dejar de fumar, perder más de 20kg, con mi autoestima y con mi disciplina, voy a demostrar que funciona con cualquier cosa.
Y más seguridad tengo ahora por que lo he ido perfeccionando.
Y tú puedes verlo, copiarlo y adaptarlo a lo que te dé la gana: trabajo, relaciones, lo que sea.
La clave está en las palabras que eliges para hablarte.
Las palabras importan, mucho más de lo que crees.
Y cómo están estructuradas o creados esos auto diálogos para cambiar creencias aún más.
He utilizado psicología cognitiva, PNL y otras técnicas. No me enrollo, no me van los datos que parece que te dan autoridad y la autoridad solo te la dan los resultados.
Lo que quiero que entiendas, es que no son auto diálogos de pacotilla de youtube.
Rompe tus cadenas mentales ya
Mira, la autodisciplina espartana no es un mito ni una cosa de locos con escudos.
Es una forma de vivir que puedes pillar si te atreves a tomar el control de tu charla mental.
No hace falta que te compliques la vida ni que te pases horas meditando en una montaña.
Con el autodiálogo científico, cambias tus creencias, te pones las pilas y empiezas a moverte como si hubieras resucitado de Esparta en el siglo XXI.
Sin excusas, sin rodeos.
Si quieres dominar tu mente de una vez por todas, pásate por MenTalent.pro y echa un ojo a la tienda.
O no, también te puedes ir al sofá y seguir viendo reels y quejándote del gobierno.
Si decides que si, que es para ti, lee.
Tengo herramientas que te van a flipar: guías, técnicas y todo lo que necesitas para construir una mentalidad a medida.
No es un curso o una mentoría más, es un sistema que funciona.
Haz clic, entra y empieza a cambiar tu vida hoy. Porque las palabras no solo importan, sino que son tu herramienta indispensable.
¡A por ello!