
El problema no es lo que tienes… Es cómo te lo dices
¿Te has fijado alguna vez en cómo te hablas cuando te pasa algo?
No digo lo que te pasa, digo cómo lo nombras.
«Soy ansioso»,
«soy depresivo»,
«soy TDAH»,
«soy un desastre para concentrarme»,
«tengo hiperactividad»…
Mira, que cada quien se llame como quiera. Pero luego no nos quejemos de que no avanzamos. Porque la forma en la que te nombras, es la forma en la que te encadenas.
Sí, ya sé que suena fuerte.
Pero más fuerte es vivir 20 años cargando una etiqueta que no te pertenece.
Deja de casarte con el diagnóstico
Hay gente que se cuelga su “diagnóstico” como si fuera una medalla olímpica. Lo repiten una y otra vez, hasta que ya no hay espacio para otra versión de sí.
Y ojo, no estoy negando lo que te pasa.
Estoy diciendo que la forma en la que te lo dices es justo lo que te impide cambiarlo.
Porque cuando tú repites:
«Soy depresiva»,
«Soy TDAH»,
no estás describiendo un momento.
Estás firmando un contrato de identidad.
Y ese contrato, si lo lees bien, dice algo así como:
“No se admiten cambios. Ni mejoras. Ni finales felices. Y me gusta este victimismo”
¿Y si cambias el guion?
No digo que lo niegues.
Digo que lo reformules.
En lugar de «soy así o soy asá»,
prueba con «vivo con esto ahora»,
o «en este momento estoy experimentando esto».
¿Te das cuenta?
Parece una tontería, pero no lo es.
Porque las palabras son órdenes para tu mente.
Cuando cambias tu charla mental, cuando modificas ese diálogo interno, le estás abriendo la puerta a algo distinto.
¿Y sabes qué?
Algo distinto es justo lo que necesitas si quieres resultados nuevos.
O cuanto menos, no tenga la carga emocional más elevada de lo que ya es.
Yo también tuve lo mío
Te cuento una:
Un día me dijeron que lo mío era muy grave, y que no le gustaba nada de lo que veía (palabras textuales del médico).
Cáncer de colon.
La empresa cerrada por año 2020 (tu ya sabes, no puedo nombrarlo para que no me baneen).
El dinero, cero patatero.
Y yo… con el alma más rota que mi cuenta bancaria.
Y sí, también escuché a especialista.
Y también escuché a profesionales de apoyo asociación contra el cáncer.
Pero lo que me salvó no fue una pastilla, ni un mantra mágico.
Me salvó la sanidad pública Española, que me operó de urgencia y con diligencia.
Eso si, como dije antes los médicos ya me enviaban a hospital que hacía tratamientos cáncer (me operaron en uno comarcal pero el tratamiento medicalizado lo hacían en capital).
Y me salvó que, previamente había hecho unos pasos para mi auto diálogo entre otras cosas.
Fue el momento en el que dejé de repetir:
«Tengo cáncer», y empecé a decir:
«Me van a operar de un tumor, y voy a hacer lo que haga falta para superarlo.»
Fui cruzando puente a puente.
Hice más cosas llamémoslas «Mentales».
Pero nunca olvidaré cuando los médicos, al día siguiente de la operación, me dijeron que el siguiente paso era el tratamiento en el hospital y que me llamarían en un mes a mes y medio para operarme.
Todo los «números» jugaban en mi contra.
Pero yo persistí, no conté a nadie de mi alrededor lo que hice, no quería que sus miedos o sus mentalidades, interfirieran en la mia y mi objetivo paralelo.
Y sabes qué?
Lo superé.
Contra todo pronóstico.
Contra lo que decían los médicos.
Contra lo que yo misma había creído de mí durante años.
Porque cuando cambias tu diálogo interno, cambias tu vida.
No minimizo tu experiencia, la amplío
Esto no va de juzgarte.
Ni de negarte lo que sientes.
Ni de minimizar lo que te pasa.
Ni de que no confíes en la sanidad, en la medicina
Va de darte herramientas para salir de ahí.
Va de que puedes utilizar tus dos mejores herramientas disponibles, la ciencia y la conciencia. Juntas, no has de elegir una u otra.
Elige las dos.
Elígete a tí.
Porque ir a terapia está genial.
Pero si entre sesión y sesión tu mente sigue repitiendo el mismo cuento de siempre…
¿De qué sirve?
Si no te dan herramientas para ser independiente y cambiar el destino de la película que vives, de qué sirve?
La historia cambia cuando cambias la vocecita que hay en tu cabeza.
Pero si tú sigues contándote que eres tu dolencia,
tu síntoma,
tu “diagnóstico”…
Entonces tu vida va a girar siempre en torno a eso.
El auto diálogo científico no es magia, es mecánica
Hay una ciencia detrás de esto.
No lo digo yo, lo dicen años de estudios.
El auto diálogo científico te enseña a modificar esos patrones mentales, esos bucles que repites sin darte cuenta, y que son los que te atan a lo que “crees que eres”.
¿Y sabes qué?
Lo que crees que eres, lo puedes reescribir.
No necesitas creencias nuevas.
Necesitas desmontar las que te sobran.
Necesitas quitar carga emocional a las que tienes.
Porque no tienes un problema de identidad.
Tienes un problema de discurso.
Y eso, se soluciona.
La mochila pesa más por lo que te dices, que por lo que llevas
«Vivo con TDAH» o «Soy TDAH»…
Ya, pero ¿y si eso es solo la forma fina de decir: me cuesta prestar atención porque no entrené esa parte de mí?
«Tengo depresión»…
Sí, pero ¿y si parte de esa depresión está sostenida por años de repetir frases como “yo soy así”, “no puedo”, “esto no tiene solución”?
Tu diálogo interno puede ser una prisión o una catapulta.
Tú eliges.
Y ojo, no te estoy vendiendo humo.
Te estoy explicando método.
¿Qué pasaría si soltaras etiquetas y cambiaras palabras?
¿Y si en lugar de “soy”, usas “estoy experimentando”?
¿Y si en vez de “soy así o asá”, dices “esto es algo en lo que voy a solucionar”?
Haz la prueba.
Una semana.
Cada vez que vayas a decirte algo limitante, reformúlalo.
Elimina el yo soy de tu vida.
En lo negativo se entiende. En lo que te da carga emocional negativa o limitante, se entiende eso no?
No niegues tu realidad experimental.
Pero no la encierres en una etiqueta del yo soy.
Tú no naciste con esa etiqueta. Se la compraste a alguien. Ahora, véndela.
Yo vendí la mía.
Vendí el “soy enferma de cáncer”, el “tengo cáncer”, el “soy víctima porque tengo cáncer sin trabajo y sin dinero”.
Y me compré una mejor narrativa.
Eliminé mi bla, bla, bla y ble, ble, ble habitual y lo cambié.
Una que dice: tengo herramientas. Sé cómo usar mi mente. Me hablo distinto. Y eso me cambia la vida. Más bien, me la salvó. Literalmente.
En MenTalent.pro te enseño cómo hacerlo.
No con frases motivadoras ni discursos de azucarillo.
Con un sistema.
Con ciencia.
Y sobre todo:
Con resultados.
Ojo, con trabajo también detrás, eh? hay que echarle horas a deconstruir una identidad basada en etiquetas que te ahogan y limitan.
Cambia tu charla. Cambia tu historia. Empieza hoy.
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Ahí tienes herramientas reales.
Métodos que funcionan.
Y un enfoque sin humo, sin necesidad de creer en hadas, solo en el poder de tu diálogo interno.
Yo ya no sufro. ¿Y tú?