
No te ha invadido la locura. Solo estás hablando contigo… y no sabes el qué
Te levantaste.
Todo iba bien. O eso parecía.
No había pasado nada grave, no había discusión, ni malas noticias.
Y aun así, algo dentro ya te estaba empujando a la baja.
Una voz.
Una frase.
Un pensamiento que nadie escuchó pero que te cambió el día:
“Hoy no vas a poder.”
“Seguro que la cagas otra vez.”
“No lo vas a lograr.”
Y no. No se ha apoderado de ti la locura.
Lo que tienes es lo que tenemos todas las personas: un diálogo interno mal programado. Muy malo si me permites seguir con total honestidad.
La diferencia es que tú no lo estás controlando. Yo si. Tú no.
Él te controla a ti. A mi no. A ti si.
Diálogo interno: todas las personas lo tienen, pero casi nadie lo entrena
Sí, diálogo interno todas las persona lo tienen.
El problema es que la mayoría ni lo sabe, ni lo entiende, ni mucho menos lo entrena, y si lo entrena, lo hace mal.
Es como tener una radio sonando todo el día en tu cabeza y no saber cambiar de emisora.
Y claro, si solo suenan críticas, miedo y duda, acabas creyendo que esa es tu verdad.
Cuando no lo es.
Es solo lo que tu mente lleva años diciéndote.
La psicología lo deja claro: el diálogo interno moldea tu comportamiento, tu autoestima y hasta tus decisiones más simples.
No es algo decorativo.
Es estructural.
Pero nadie te lo enseñó.
Te enseñaron a leer, a escribir, a sumar…
Pero no a hablar contigo de forma útil.
Y eso, amigo o amiga, es un problema grave.
Lo que te está bloqueando no es la situación. Es lo que te estás diciendo
Cuando te pasa algo, tú no reaccionas a lo que ocurre. Reaccionas a lo que te dices sobre lo que ocurre.
Eso es lo que marca la diferencia. Y ahí está el problema de base.
Porque si tu sistema de diálogo interno está viciado, desordenado o directamente en modo ataque, no hay técnica de gestión emocional que lo salve.
El diálogo interno negativo te lleva a tomar decisiones desde el miedo, la inseguridad, la comparación, el pasado.
Te encoge. Te limita.
Y lo peor: lo hace sin que te des cuenta.
Todo el mundo habla de que hay que cambiar.
Pocos dicen cómo mejorar el diálogo interno. Por que no saben.
Y aún menos lo enseñan bien.
Te hablan de hacer, pero no de ser.
Primero hay que ser para poder hacer.
Yo sí.
Porque lo viví.
Porque me reventé por dentro.
Y porque salí de ahí entrenando algo que nadie me había dicho que se podía entrenar: la forma en que te hablas cuando nadie te ve.
Si no controlas tu diálogo, él lo controla todo
Mira, puedes tener un gran día.
Buen trabajo. Buena relación. Buenas condiciones.
Pero si tu cabeza está repitiendo el mismo patrón mental de siempre, te vas a sabotear el momento.
Vas a dudar de ti cuando más necesitas seguridad.
Vas a frenar cuando necesitas dar el paso.
Vas a esconderte cuando necesitas mostrarte.
La importancia del diálogo interno no es un detalle psicológico. Es el núcleo de tu día a día.
Y no importa cuántos libros leas, cuánto sepas o qué tan bien te veas por fuera.
Si por dentro te estás hundiendo a golpe de frase interna, todo se tambalea.
Porque la frase que más escuchas es la que más crees.
Y la que más crees, es la que más repites.
Y eso define tu realidad.
Ese bla, bla, bla o ble, ble, ble que te repites exactamente igual cada día.
La solución no es pensar bonito. Es reprogramar tu lenguaje mental
No se trata de decirte “soy fuerte, soy valioso, soy maravillosa” cada mañana como un papagayo.
Se trata de entender cómo funciona tu mente, cómo se instala una idea, cómo se crea una emoción, y cómo se detiene ese sabotaje silencioso. Se trata de usar técnicas mentales.
Eso es auto diálogo científico.
El diálogo interno positivo no es optimismo de escaparate.
Es estructura cerebral que te permite responder bien ante lo difícil.
Es una narrativa funcional que te empuja a avanzar incluso cuando no te apetece.
Y eso no se improvisa.
Se entrena.
Se repite.
Se convierte en sistema.
Porque hablar contigo no es el problema.
El problema es cómo lo haces.
Y si no sabes, repites.
Y si repites, retrocedes.
No estás aquí para vivir a medias.
Estás aquí para tomar el control de tu vida desde donde de verdad se decide todo:
tu cabeza.
tu narrativa.
tu lenguaje interno.
Esto no es autoayuda.
Es reprogramación.
Haz ese clic ya.
Y haz que esa voz que hoy te limita, mañana te empuje.