
Mira, la autodisciplina no es esa cosa aburrida que te venden como “tienes que ser una persona súper seria que madruga a las 5 y bebe agua con limón”.
No.
Es un superpoder que solo tiene el 1% de la población mundial.
Punto.
Es la habilidad de decirle a tu cerebro “vas a hacer esto aunque no te apetezca” y que te obedezca sin rechistar.
Y que lo haga sistemáticamente con todo lo que te propongas.
Pero aquí viene «la curva»: nadie te cuenta cómo hacerlo fácil.
Te sueltan frases de calendario como “sé constante” o “encuentra tu motivación”, y tú te quedas mirando la pared preguntándote por qué sigues sin moverte del sofá.
Yo también estuve ahí.
Hace años, con 32 primaveras fumando como una chimenea, 20 kilos de más y un cáncer de colon que los médicos corrieron, literalmente para operarme.
Mi vida era un caos nivel película mala.
Pero un día hice click.
No fue magia ni un milagro de esos que te venden en libros de autoayuda.
Lo sé muy bien porque me pasé desde los 30 años estudiando miles de libros, si miles, cientos de miles de horas de videos y gastándome un dineral en cursos y talleres varios.
Fue el auto diálogo científico el que me ha cambiado toda mi vida.
Sí, esa charla mental que suena a experimento loco pero que me sacó del pozo, del infierno, del inframundo y me convirtió en alguien que hoy, no sufre. ¿Y tú?
¿Puedes decir lo mismo?
Yo sé que no, porque no dominas a tu mente.
Si estás aquí, es por eso. No hay que ser una científica para saberlo ni tener una bola de cristal.
Hoy te voy a contar cómo la psicología de la autodisciplina mediante el auto diálogo interno, no tiene que ser un sufrimiento eterno.
Y cómo, con un poco de ciencia y menos postureo, puedes domar tu mente para que haga lo que tú quieras.
Sin esfuerzo.
Sin drama.
Sin florituras ni rellenos. Que tu tiempo y el mío es lo más valioso que disponemos.
¿Qué demonios es la autodisciplina, según la ciencia?
Vamos al grano.
La autodisciplina, en términos de psicología, es esa capacidad de controlarte cuando todo dentro de ti grita:
“¡Netflix y pizza YA!”.
Es fuerza de voluntad pura, mezclada con un poco de regulación emocional y hábitos que no se tambalean.
O sea, es resistir la tentación de vaguear y seguir un plan aunque te cueste al principio. Los expertos dicen que depende de tu motivación interna y de cuánto seas capaz de decirle “no” al placer rápido.
Suena genial, ¿verdad?
Pero también suena a tortura.
Porque, sinceridad ante todo siempre, la mayoría de las personas no nacimos con un chip de robot programado para la productividad. La buena noticia es que no necesitas sufrir para conseguirlo.
La «chicha» del asunto, está en cómo hablas contigo.
No en lo que haces, sino en lo que te dices antes de hacerlo.
Sí, ya sabes… ese bla, bla, bla o ble, ble, ble interno que tienes tooooodo el santo día en tu cabecita.
El problema: todos te dicen “qué”, pero nadie te dice “cómo”
Aquí es donde la cosa se pone interesante.
Todo el mundo te suelta consejos: “Ten disciplina”, “Crea una rutina”, “Visualiza tus metas”.
¡Estupendo!
Pero luego te quedas mirando el móvil, y te das cuenta de que no tienes ni idea de cómo empezar.
Es como si te dijeran “construye un cohete” pero se olvidaran de darte las instrucciones.
Yo pasé por eso.
Después de cerrar mi empresa de realidad virtual por el maldito COVID, y con un cáncer que me tenía con un pie en el otro lado, me harté de escuchar frases vacías.
Fue un total shock el cáncer.
Un antes y un después.
Siempre dije y siempre diré, que lo peor del cáncer, no fue la enfermedad, sino enfrentarme mentalmente a todo lo que supuso, y convivir con la gente de mi alrededor en esos momentos. Pero eso, eso da para una serie de posts uno tras otro.
Sigamos…
Si has leído o escuchado alguno de mis mensajes, sabrás que estuve más de 30 años leyendo miles de libros, viajando, gastando pasta en cursos… y al final, lo descubrí cuando más hondo caí, sin dinero, sin familia, sin trabajo, sin pareja y con un cáncer recién «curado…..
Cayó en mis manos un libro que me llevó a otro, y este al dr. Shad Helmestetter hablando del auto diálogo interno y como el diálogo, esa charla mental que tenemos día sí y día también, es clave en nuestra vida.
No es motivación externa, no son listas de tareas.
Es cómo te hablas a ti.
Es ese bla, bla, bla o ble, ble, ble que tienes en tu cabeza en diversos tonos y con diversos estilos de voces internas.
Mi cabeza hizo un click profundo y de pronto, muchos estudios, muchas enseñanzas casaron unas con otras y vi claro el patrón, el sistema.
Si tu mente está llena de “no puedo”, “qué pereza” o “mañana lo hago”, has perdido la partida.
Si tu mente está llena de «yo puedo y yo lo hago», «soy disciplinada» o «yo decido hacerlo ahora», has ganado la partida.
Si cambias el guion, todo cambia.
Si es tan fácil, ¿porqué no lo consiguen el 99% de la población mundial?
Solo el 1% de las personas que ya han conseguido dominar su mente, lo han hecho sin un «sistema» concreto… Han usado intuición, cogido recursos de aquí y de allá, etc.
Pero lo que yo logré asimilar, interiorizar, y ahora sistematizar, es un GPS de mentalidad
Mi historia: de fumadora empedernida a ganadora de la lotería médica
Te cuento algo personal, porque esto no va de teoría, va de vida real.
No va de oídas, va de experiencia propia.
Yo fumé 32 años. Sí, 32.
Era de esas que decían “un cigarrito más no hace daño” mientras me costaba respirar o subir escaleras. Conseguí dejar de fumar y engordé 20 kilos de más por eso, por perder mi empresa por covid y mi salud era un desastre.
Hasta que llegó el cáncer.
Los médicos me miraban con cara de “esta tiene que comprarse una peluca ya”. Pero aquí estoy, escribiéndote esto, sana como una manzana y con una mentalidad que ni yo me creo.
¿Cómo lo hice? Con auto diálogo científico.
No es un rollo espiritual ni un truco de gurú.
Es un método sistemático para reescribir las creencias que te sabotean.
Me creé un diálogo específico.
Utilizaba unas visualizaciones concretas y unas técnicas mentales de relajación.
También eduqué a mis seres queridos qué quería hablar y que no.
Y les prohibí a mi entorno que no era cercano (familiares o amistades de mi pareja o familia) me llamasen y me preguntasen y yo tuviese que repetir el mismo diálogo para saciar su «interés».
Y lo repetí.
Una y otra vez.
Y visualicé…. Hubo una visualización en concreto… ay esa… me dejó en completa paz.
Hasta mi cerebro se lo creyó.
El equipo médico flipó tanto que me dijo: “Es como si te hubiera tocado la lotería”.
No, perdona, no fue suerte.
Fue ciencia.
La ciencia médica, la de España es la puñetera caña de lo buena que es, y la ciencia del auto diálogo.
Por qué el auto diálogo científico es tu arma secreta
Mira, la autodisciplina no es pelearte contigo todos los días.
Estar discutiendo que ahora si, que ahora no, etc.
Eso es agotador y no funciona.
La clave está en domar tu charla mental.
Cuando te dices cosas como “no tengo ganas” o “esto es muy difícil”, tu cerebro te cree y te boicotea.
Pero si cambias el discurso a “esto es fácil si sé cómo” o “yo controlo mis decisiones”, tu mente se alinea como un perrito obediente. (son ejemplos muy básicos pero es para entendernos, los auto diálogos que crean cambios los tengo en mis cursos y audios de pago, el valor lo doy solo ahí).
El auto diálogo científico, como lo explica el doctor Shad Helmstetter, es entrenar tu cerebro con frases cortas, claras y repetitivas que moldean tus creencias.
No es magia, es neurología.
Cada vez que repites algo, tus neuronas crean conexiones nuevas.
Si te dices “soy una persona disciplinada” 20 veces al día, tu cabeza empieza a actuar como tal.
Y adiós pereza, adiós excusas.
¿Lo pillas?
No se trata de fuerza bruta. Se trata de hackear tu persuasión interna.
Yo lo usé para dejar de fumar, para bajar de peso y para mandar el cáncer a paseo.
Ahora lo estoy usando para el dinero, y lo voy a documentar en redes para que lo veas con tus propios ojos.
Ahora bien, una cosa te ha de quedar bien clara. Este auto diálogo interno del que te hablo, es un diálogo interior estructurado usando psicología cognitiva con 4 formas, 16 estructuras y en diferentes áreas emocionales.
Cuando me recuperé del cáncer, sin trabajo y sin ingresos y sin casa ni pareja caí muy hondo, y ahí, solo ahí, fue cuando pude atar todos los cabos y crear y afinar este sistema que tanto me ha dado y que me dará.
Haz esto y olvídate del sufrimiento
No me creas, pruébalo tú.
Quieres autodisciplina, ¿verdad?
Pues apunta.
Crea un auto diálogo conmigo, o con otra persona o estilo, pero hazlo.
¿Me crees? compra mi material o mentoría.
¿No me crees? Compra o actúa con otra persona. Pero mejora tu mentalidad. No sabes lo mucho que tienes a ganar, y no me refiero solo a cosas físicas.
Esto no es teoría de libro.
Es lo que me sacó del agujero.
Y funciona.
Porque cuando tu diálogo interno está alineado, la pereza desaparece.
Las tentaciones se esfuman. Y te conviertes en alguien que hace lo que dice, sin dramas y sin sufrir.
El bla, bla, bla y el ble, ble, ble, desaparecen y creas ese dialogo interior que te da paz mental, energía y te hace conseguir cosas.
¿Y tú, sigues sufriendo o te apuntas al cambio?
La autodisciplina no tiene que ser un castigo.
Es fácil.
Natural.
Hasta divertido.
Pero necesitas las herramientas adecuadas.
Yo ya no sufro, ¿y tú?
Si quieres dominar tu mente, dejar de autosabotearte y construir una mentalidad a medida, no te quedes mirando la pantalla como si esto fuera un capítulo más de tu serie favorita.
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No mañana, no el lunes.
Hoy.
Porque las palabras importan, y las que te dices son las que te cambian la vida.
Tenemos un arsenal de recursos para reescribir tu auto charla, pulir tus creencias y convertirte en la persona que siempre quisiste ser.
¿Te vienes o te quedas con tu bla, bla, bla o ble, ble, ble?