El insomnio afecta a más de un tercio de la población mundial. No estamos hablando de algo aislado, es un problema masivo. Según la OMS, hasta el 30% de las personas del mundo padecen insomnio crónico, y la cifra va en aumento. Esto no sólo provoca agotamiento físico y mental, sino que repercute directamente en la productividad, la salud y la calidad de vida en general.
El estrés constante, las preocupaciones y la conexión ininterrumpida a la tecnología hacen que, cada vez más, dormir bien se haya convertido en un problema.
¿Por qué no puedes dormir?
No podemos dormir porque tu mente no se detiene. Es tan sencillo como eso. Estás tan atrapado en el ritmo frenético de la vida que, cuando cae la noche, tu cerebro va a toda velocidad, como un caballo desbocado. Pensamientos, preocupaciones, asuntos pendientes del trabajo, problemas personales… todo se acumula en un bucle sin fin que te impide desconectar.
El problema no es sólo la rutina acelerada o las pantallas, es que nunca has aprendido a controlar tu mente. Has dejado que el estrés, las dudas y las responsabilidades se apoderen de ti, es decir, de tu entorno, del exterior, y cuando intentas dormir, tu cerebro sigue funcionando con el piloto automático porque no lo has educado para que haga lo que tú quieres que haga cuando tú quieres que lo haga.
Crees que descansar es algo que viene por sí solo, pero si no enseñas a la mente a ir más despacio, a concentrarse, nunca será así.

Los somníferos te quitan la vida
Cuando las noches en vela se hacen insoportables, recurrir a las pastillas parece la salida más fácil. Te ofrecen unas horas de sueño, pero no es sueño de verdad, es más bien una desconexión forzada. Y lo peor de todo: empiezas a depender de ellas.
Por ejemplo, España es el país con mayor consumo de somníferos.
El verdadero problema no es el insomnio en sí, sino que has perdido la capacidad de calmar tu propia mente. Con las pastillas, lo que haces es apagar el ruido durante un rato, dar poder a lo que ocurre fuera, pero la mente sigue siendo un caos porque nunca la entrenas para que trabaje de forma controlada para ti.
La clave está en que no es la mente la que debe controlarte, eres tú quien debe tomar las riendas de lo que ocurre en el exterior con tu interior. Las pastillas te hacen creer que la solución está fuera de ti, cuando en realidad, el poder para relajar la mente y descansar está dentro, en tu mente.
La mente no es una entidad externa, no tiene vida propia, pero si la entrenas y aprendes a dirigirla, la detendrás. Las pastillas «parecen» ayudarte, pero al final, es tu responsabilidad enseñar a tu mente a detenerse y tomar el control y no dejar que te controle.
¿Qué ocurre cuando dependes de las pastillas?
Cuando te acostumbras a las pastillas, el control que deberías tener sobre tu mente se debilita aún más. Cada vez que recurres a ellas, estás enviando un mensaje claro a tu cerebro:
«No soy capaz de manejarte, necesito algo externo que me calme».
Y así, la dependencia de las pastillas o de las cosas externas crece, porque das el poder al exterior, pero el problema subyacente permanece intacto.
Con el tiempo, el cuerpo se acostumbra a la dosis, y lo que funcionaba antes ya no es suficiente. Necesitas más, hasta que incluso te vuelves adicto o dependiente de tomar pastillas para todo. Este abuso de las pastillas conlleva graves riesgos para la salud, y tomar estos fármacos de forma regular aumenta el riesgo de desarrollar Alzheimer hasta en un 51%, entre otras enfermedades como trastornos del flujo sanguíneo, deterioro de la memoria o disfunción eréctil.

Pero lo más preocupante es que sigues sin aprender a calmar tu mente por ti mismo. Dejas de confiar en tu capacidad para relajarla y delegas esa responsabilidad en una pastilla. El cuerpo es muy sabio,(Y MUY OBEDIENTE) y tienes todas las herramientas que necesitas, para poder hacer lo que quieras en el momento que quieras.
El resultado: Las pastillas pueden apagar el ruido temporalmente, pero no te enseñan a controlar el verdadero problema: la falta de control sobre tus pensamientos. Al final, es como intentar tapar una fuga con un pañuelo de papel, cuando lo que tienes que hacer es arreglar la tubería desde dentro.

Alternativa sana y duradera al insomnio
La verdadera solución al insomnio está en aprender a controlar la mente, no en apagarla a la fuerza con pastillas o utilizando pseudoalternativas de autoayuda. Para descansar de verdad, tienes que enseñar a tu mente a ir más despacio, a dejar de correr sin control. Y esto no se consigue con rutinas superficiales, sino con un verdadero entrenamiento mental.
La clave está en poner en práctica técnicas que te permitan dirigir tus pensamientos, educarlos y detenerlos a merced de tus necesidades cuando así lo desees. No se trata sólo de relajarse, sino de tener control sobre lo que pasa por tu cabeza. Existen técnicas mentales mucho más poderosas de lo que puedas imaginar. Entrenas tu cuerpo, ejercitas tus músculos, pero nunca haces lo mismo con tu mente, haciéndola más fuerte y fácil de manejar.
Son técnicas que tienes que repetir para integrarlas en tu vida diaria, como ejercitar el cuerpo y reconducir esos pensamientos repetitivos que tienes y que poco a poco irás recuperando el control. Esto te permitirá relajar tu mente hasta tal estado de relajación y tranquilidad, que dormirás cuando quieras pero además la calidad del sueño será de mayor calidad.
En lugar de dejar que tu mente te arrastre por un mar de preocupaciones como un caballo desbocado, es hora de que aprendas a tomar las riendas.
El insomnio se nutre de una mente descontrolada; educarla es lo que realmente marca la diferencia entre dormir y no dormir.

Dormir sin pastillas es un reto alcanzable gracias a tu mentalidad
Recuerda que no se trata de encontrar una solución rápida, sino de crear una mentalidad que te permita controlar el insomnio desde la raíz. Tomando el control de tus pensamientos y entrenando tu mente, descubrirás que dormir bien no es sólo un deseo, sino un hábito que adquieres.
