Descripción
¿Y si hoy te levantas y te mueves?
Mira, no estás aquí por nada.
Estás aquí porque el sofá te ha absorbido el «coco».
Y no te gusta.
Imagínate esto por un segundo:
Tú, hace días, semanas, meses o años, diciendo «voy a empezar a hacer deporte».
Da igual cuándo fuera, por que es.
Y luego te ves hoy, todavía con el mismo pensamiento pero con más kilos.
Con las zapatillas nuevas en una caja, muertas de risa.
El gimnasio pagado y tu taquillas más limpia que una patena.
Esa imagen quema, ¿verdad?
Es tu cabeza la que te tiene así.
Repitiéndote que no puedes, qué pereza no?
Algo dentro de ti está gritando
Es como un silbato en tu mente.
Te dice: «¡Basta ya de excusas!».
Porque sabe que llevas demasiado tiempo aplazándolo.
Piensa en esa vez que subiste las escaleras y te faltó el aire.
O cuando viste a alguien corriendo en el parque y sentiste envidia.
Esa vocecita, tu auto charla, te está parando los pies.
Y cada día que pasa, te entierras más.
Tú te pegas los golpes
No soy yo quien te está diciendo cosas feas.
Eres tú.
Tu voz interior.
Ese bla, bla, bla…
Que no deja de decir blo, blo, blo…
Para sabotearte cada vez que quieres ble, ble, ble…
Te dices que no tienes fuerza, que no es tu rollo.
Que lo harás mañana que tendrás más energía.
Y te lo crees.
Imagínate por un momento:
Tú, mirando al espejo, viendo a alguien que no se mueve.
Que se rinde antes de empezar.
Esa imagen te hunde más que cualquier sermón.
Esto no es una clase de gimnasia
No te hablo de pesas ni de dietas raras.
Es algo más simple.
Un método de auto diálogo que te cambia la cabeza.
Como cuando borras un juego viejo y cargas uno nuevo.
Te hace verte de otra manera.
Imagínate saliendo a correr, sintiendo el aire en la cara.
Tus piernas fuertes, tu respiración firme.
Eso no es magia, es ciencia.
Yo era igual que tú
Te lo cuento rápido.
Pasé años diciendo «el lunes empiezo».
Mi cuerpo era un mueble más de la casa.
Hasta que un día me harté.
Me puse a hablarme diferente.
Me vi corriendo en el parque, sudando…
Y quemando grasa.
Lo mejor?
Que me sentía con mejor ánimo, más libre mentalmente.
Y con más ligereza.
Y de pronto, estaba haciéndolo.
No fue un milagro, fue un cambio en mi auto charla.
¿Cuánto vale moverte sin pensarlo?
Lo que gastas en tonterías no te ha sacado del sofá.
Esto cuesta menos que un par de cafés o cervezas al día durante un mes.
Y te da fuerza, ganas, vida.
Imagínate cruzando el parque, con el sol pegándote.
O en una cinta de correr, como me pasó a mí.
Que me enganché e incluso los días que hacia mal tiempo, me ejercitaba en mi casa con la cinta.
Cambias el chip.
Ese chip mental.
Y empiezas a vivir sin ese peso de «no puedo».
Eso no se paga con nada.
Pero este método sí, y está tirado de precio.
Tres pasos para verte en marcha
Auto diálogo de Conciencia
Te abre los ojos a lo que te estás perdiendo.
Auto diálogo de Cambio
Te pinta imágenes en tu cerebro con una nueva versión de ti.
Auto diálogo de Acción
Te empuja a moverte sin dudarlo.
No es un rato de ánimo.
Es un cambio que dura.
Ponte esa imagen en la cabeza
Cada día que no haces nada, es un día que pierdes.
Imagínate esto:
Tú, con las zapatillas puestas, corriendo sin parar.
Sintiendo que puedes con todo.
Esa imagen te saca del agujero.
Cómo consigues esas imágenes?
Con tu auto diálogo.
Esa vocecita que te dice ahora:
No tengo ganas.
No puedo.
No me apetece.
Yo te enseño a entrenarla.
A que diga que te apetece.
A que puedas
A que tengas ganas.
Y entonces, todo el ejercicio fluye.
Sin esfuerzo ni sacrificios.
Cómpralo ya o quédate en tu sofá con tus cervezas y tripa
No hay más días para pensarlo.
Es ahora.
Haz clic, toma este método, empieza a moverte hoy.
Imagínate corriendo, libre, sin excusas.
Eso vale más que cualquier pereza.
Cuesta una miseria comparado con seguir con tu diálogo interno antiguo.
Cómpralo ya.
Sé esa persona que corre, esa que vive.
¡Hazlo ahora!
Compra tu energía AHORA y ponte en marcha.